Paris.. Paris!!
Ese día estabamos César y yo flojeando en casa, cuando mi teléfono recibió un mensaje escrito.
— ¡Vámonos a Paris! –Decía el mensaje escrito que me enviaba Marisela a mi viejo celular Samsung.
— ¡ ?
Yo en plena confusión por los inminentes cambios en la institución en la que laboro y por los peligros que esto implica, me quedé en silencio. César me preguntó si pasaba algo y yo sólo pensaba en la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el Museo de Louvre, la catedral de Nuestra Señora de Paris, y (por supuesto) en perfumes.
Al día siguiente le marqué a Marisela para decirle que no podría ir: mi estabilidad laboral estaba en peligro y el viaje me resultaba imposible.
Sin embargo, esto me hizo recordar cuando celebré en Paris la navidad de 1999. Un viaje con pocos planes y muchas expectativas. Yo, con espíritu aventurero y deseos de comerme el mundo en un mes, me transformé y mis horizontes se ampliaron en grandes niveles.
Ahora, me siento satisfecha y creo que no hay pérdida… Aunque extrañaré el abrazo que esperaba de mi amiga Laura al recibirnos en Paris.
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