Crónicas de un florecimiento frustrado

El domingo pasado me decidí a plantar unas flores en unas macetas en el mini-mini-mini-patio trasero de mi casita y cada mañana abro la ventana para ver cómo está “dando frutos mi inversión de tiempo y dinero”.
Quiero decir que no es mi primera incursión en el mundo de la jardinería, sin embargo el primer resultado fue algo desastroso.
Hace algunos meses, cuando mi espíritu hogareño andaba a flor de piel, le dije a César que quería plantar unas flores en una maceta. Compré una maceta color ladrillo (de plástico para que no resultara muy pesada si decidía moverla de lugar) y un paquetito de semillas de una flor que no recuerdo el nombre, pero que en la foto lucían maravillosas.
Compré todo lo que requería para ser una jardinera profesional, y siguiendo las instrucciones que siempre leo, le quité los tapones a las macetas, le puse la tierra “con vitaminas especiales” que compré a un alto precio, la acomodé muy bien en la maceta, cuidando que la tierra no estuviera muy floja ni muy apretada para que respiraran las semillas. Con sumo cuidado y con un instrumento de apoyo, coloqué las semillas de mis futuras plantas florales y las tapé. Les puse agua y coloqué la maceta en la mejor posición posible.
Al cabo de uno días mi felicidad no tenía límites al ver que mis esfuerzos diarios de irle a platicar a la tierra y echarle agua y vitaminas (muchas vitaminas) había rendido frutos: Unas pequeñas plantitas empezaron a germinar.
Pasaron los días y las vitaminas y mis pláticas hacían crecer más y más a mis plantitas. Pero las flores no aparecían. Yo miraba en los jardines de otras casas como esas florecillas, comunes pero bonitas, estaban grandes y bellas… y yo solo tenía unas enormes ramas verdes (si fueran niños diría que hasta con mejillas sonrosadas), pero de flores nada.
Pero tenía fe, y creo que de más, porque aunque seguían creciendo como matorral, las flores no aparecieron nunca.
Un día con mi espíritu de jardinera frustrada, arranqué todas las ramas sin flor, que sólo me habían hecho invertir e invertir en ellas, y dije: “no… aquí nadie come gratis”; así que decidí sembrar cilantro. Al poco tiempo estaba saboreando una rica sopa y una ensalada de nopal con cilantro delicioso: las ramas puedes ser de utilidad y servir en el hogar.

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