Días grises
Lo normal es que si uno tiene motivos para llorar... llora.
Yo a veces no lloro, aunque quiera, porque por algún problema hasta ahora inexplicable por mi oculista, los ojos se me descomponen y rechinan por lo reseco y en ocasiones tengo que ponerle lágrimas artificiales... (tristeza falsa)
Pero otras veces lloro sin razón alguna. Ojo (muy ad hoc): no hablo de las lágrimas que pueden surgir por la risa, o por bostezar, hablo de que a veces simplemente el sentimiento no cabe, la tristeza embarga y las lágrimas se desbordan y recorren el rostro como ríos en época de lluvia. Días enteros en los que todo causa pesar y que un sentimiento inexplicable atrapa todas las sonrisas y las encarcela y no deja ni que asomen la nariz por momentos. Todo se amuralla por tristezas y nostalgias.
Los que están alrededor se pregunta si algo hicieron mal, si hay alguna clase de enojo encubierto, o si de plano estamos medios locos. Lo cierto es que ni yo sé que pasa, no lo puedo evitar, no lo controlo. Pero luego llega la “normalidad” y el pesar se va, aunque muy en el fondo quedan dejos de tristeza, pero la sonrisa todo lo tapa… Y de nuevo hay ocurrencias, bromas, sueños, planes… todo llega con euforia, con tanta energía que asombra y hace pensar a los demás que uno nunca se enoja o que nunca está triste: que uno es muy feliz.
Y en general puedo decir que soy feliz. Pero a veces… sin razón aparente… soy la persona más triste que jamás pensé ser.
Depresión le llaman algunos, yo... simplemente, días grises.
Yo a veces no lloro, aunque quiera, porque por algún problema hasta ahora inexplicable por mi oculista, los ojos se me descomponen y rechinan por lo reseco y en ocasiones tengo que ponerle lágrimas artificiales... (tristeza falsa)
Pero otras veces lloro sin razón alguna. Ojo (muy ad hoc): no hablo de las lágrimas que pueden surgir por la risa, o por bostezar, hablo de que a veces simplemente el sentimiento no cabe, la tristeza embarga y las lágrimas se desbordan y recorren el rostro como ríos en época de lluvia. Días enteros en los que todo causa pesar y que un sentimiento inexplicable atrapa todas las sonrisas y las encarcela y no deja ni que asomen la nariz por momentos. Todo se amuralla por tristezas y nostalgias.
Los que están alrededor se pregunta si algo hicieron mal, si hay alguna clase de enojo encubierto, o si de plano estamos medios locos. Lo cierto es que ni yo sé que pasa, no lo puedo evitar, no lo controlo. Pero luego llega la “normalidad” y el pesar se va, aunque muy en el fondo quedan dejos de tristeza, pero la sonrisa todo lo tapa… Y de nuevo hay ocurrencias, bromas, sueños, planes… todo llega con euforia, con tanta energía que asombra y hace pensar a los demás que uno nunca se enoja o que nunca está triste: que uno es muy feliz.
Y en general puedo decir que soy feliz. Pero a veces… sin razón aparente… soy la persona más triste que jamás pensé ser.
Depresión le llaman algunos, yo... simplemente, días grises.
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