Historias finitas...

Nació el 31 de agosto de 1931 en Casas Grandes, Chihuahua. Tuve la suerte de conocerlo cuando yo apenas tenía poco más de dos años de edad, desde entonces, lo llamé papá.

Por mucho tiempo él trabajó en Estados Unidos. Se iba largas temporadas y regresaba cuando la nostalgia lo acechaba o cuando mi madre lo exigía. Mis recuerdos de esa época son siempre de regalos, sorpresas, apapachos y bienvenidas.


Después, decidió quedarse a vivir y trabajar como constructor en Caborca. Hizo muchas casas que ahora permanecen como trofeos de su vida. Siempre al recorrer la ciudad [pequeña, sí] me decía señalando con el dedo: «esa casa la hice yo», y se le llenaba la mirada de orgullo y a mí también.


Siempre fue muy sano y fuerte. Hasta que un día amaneció con un «dolor de estómago» y al poco tiempo los médicos concluyeron que era una obstrucción intestinal. Se programó la operación, pero no hicieron nada, ya que durante la operación vieron que el problema era un cáncer de páncreas muy avanzado y que ya no había nada que hacer.


El 1 de junio de 2010 mi padre murió en mis brazos. Fue una experiencia desgarradora, pero aunque parezca ilógico, di gracias a Dios por permitirme estar con él todo este tiempo, en sus últimos momentos de vida, y sobre todo, por quitarle el sufrimiento. Descanse en paz. A nosotros nos queda la esperanza de verlo muy pronto.

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