El que espera... desespera


Qué cable se nos desconecta en el cerebro cuando al escuchar en la radio que hay más de 180 carros haciendo filas y 16 puertas abiertas para cruzar hacia los EU, esperamos “no hacer tanto tiempo”. Si pensamos que sólo por ese lugar hay más de 3000 carros (sin pensar en las otras filas lado izquierdo, línea sentir, etcétera) y que aproximadamente esto te lleve a esperar una hora y media, avanzando a 1 km por hora. ¿Cuánto humo inhalaremos en esa espera?

Sin embargo, muchos perdemos los estribos y por poco la cordura al esperar 3 minutos a que cambie un semáforo y vemos con desprecio al conductor que se atraviesa y que nos hace perder una milésima de segundo. Odiamos hacer fila para entrar al cine, y odiamos también que en el supermercado haya cuatro personas con su “carrito lleno” haciendo fila antes que nosotros. ¿Dónde está la proporción de tiempo?

Yo soy una de las personas que odia esperar, pero no me convierto en energúmena. Me confieso como impaciente y con poca tolerancia a la hora de la “esperadera”. Quizá esa es una de las razones por las que casi nunca voy a EU, aun cuando me gustan los centros comerciales de ese país. La fila es la parte incómoda de ir de comprar al “extranjero” y lo evito lo más posible.

Sin embargo, dicen que debemos enfrentar las cosas a las que tememos, por eso hoy iré a enfrentar la espera y trataré de disfrutarla cuando vea mis relucientes zapatos nuevos y camine como el Hombre Araña al liberarse de las presiones de su identidad oculta.

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